Jugar y apostar

Esta reflexión me vino a la mente el otro día cuando estaba sentado jugando mi partida trimestral con Chechu de Planeta de juegos. Si no lo habéis sospechado ya Chechu tiene unos requisitos que si bien son muy llevaderos también son muy estrictos. Uno de estos requisitos es que se debe quedar a jugar en su magnífico club que tiene un coste de invitación para los externos de 5€.

Y en esas estaba yo cuando de repente me di cuenta que ya llevaba un buen rato y no había pagado y saqué el dinero para hacerlo a lo que él, muy amablemente, se ofreció a invitarme. Claro, dado que es una quedada recurrente no puede ser que él siempre me esté invitando así que yo en tono de broma le dije: “Deberíamos hacer que el que pierda al Doomtown pague”. Inmediatamente aclaré que era una broma pero después me he quedado pensando sobre ello.

Supongo que a muchos os habrá pasado que cuando comentáis que jugáis a juegos de mesa o cartas lo primero que os preguntan es si os jugáis dinero. No sé en vuestros círculos de juego pero desde luego en todos los que yo me muevo eso jamás se ha planteado. Nunca. Y Chechu me confirmó exactamente lo mismo.

Pero no es que no se haya planteado, es que estoy convencido de que si cualquiera lo plantease sufriría un inmediato y rotundo rechazo. Creo que es una idea que no se contempla en absoluto y me sorprende que la principal motivación que vea la gente para jugar pueda ser por apostar.

A raíz de esto me puse a pensar en motivaciones. Me dije: “bueno, a lo mejor apostar dinero no, pero ¿y lo típico de quien pierda paga las cañas de después? Eso se hace en muchos deportes”... Pero no, inmediatamente descarté la idea, tampoco se puede plantear eso. 

¿Entonces cuál es nuestra motivación para jugar?. En seguida pensé: “Claro, ¡es ganar!” Simple y llanamente ganar”. Pero no, aunque creo que a todos nos gusta ganar y jugamos con esa idea en la mente si de verdad nos preocupara ganar estaríamos muy frustrados. Cuando alguien externo me pregunta si gano, siempre contesto lo mismo, gano algunas veces pero pierdo la mayoría. Si en año puedo jugar 250 partidas probablemente gane menos de 100, es decir, me he pasado la mitad del año perdiendo. No, no es ganar lo que nos motiva, al menos no de manera principal.

Y al final he llegado a la conclusión (nada sorprendente, por otro lado), de que lo que nos motiva a la mayoría es simplemente jugar. No jugamos “para” algo. Jugamos. Eso es todo, y eso es mucho.

La lotería, las apuestas, las cajas de recompensa de los videojuegos, etc. son una lacra que están haciendo un daño tremendo a la sociedad. Y no me refiero a los adictos que generan y los dramas sociales aparejados, esos por descontado. No, me refiero a como consiguen que todo el pensamiento global de la sociedad no conciba que el objetivo de jugar no sea otro que jugar, que el juego sin dinero o gloria de por medio sea posible. Les (nos) han arrebatado el juego, incluso se han quedado con la palabra.