No estoy de acuerdo

Venga, vamos a animarnos con otro artículo de opinión, no sólo de podcast vive el divulgador.


Lo que voy a tratar en esta columna es aplicable a cualquier ámbito de la vida pero lo vamos a circunscribir al mundo de los juegos de mesa para no meternos en jardines extraños. Hoy querría hablar de lo importante que es disentir y, sobre todo, aceptar la disención.


A veces cuando visito redes sociales o foros me impresiona la vehemencia con la que se defienden las posiciones desde las trincheras. Y digo a veces por ser suave porque en los últimos tiempos cada vez se ven posturas y debates más enconados. ¿Por qué? Creo que nos estamos acostumbrando a que todo lo que oigamos o leamos tenga que amoldarse a nuestras opiniones. ¿De verdad? ¿Puede haber algo más obtuso y poco enriquecedor que eso?. Sí, claro que es una sensación genial cuando escribes cualquier tontería y todo el mundo te apoya y está de acuerdo contigo, muy bien, enhorabuena, hoy has aprendido que… ¿nada?


Es bastante más interesante cuando alguien no está de acuerdo y lo expresa y, ¡sorpresa! No pasa absolutamente nada, el mundo sigue igual sólo que con un poco de suerte has descubierto un enfoque nuevo que antes no tenías. Y vamos a dar por hecho que simplemente no estáis de acuerdo y no lo vais a estar jamás, a ti te gusta y a él no, a ti te parece que tal editorial hace lo correcto y a él no. Pero supongamos que no, supongamos que poco a poco su punto de vista cala en ti y lo ves con otros ojos ¿Hay algo más bonito que eso?


Y es que resulta que tú pensabas que X editorial era maravillosa pero alguien te comenta que esa editorial ha dejado a otras personas tiradas con un juego o realiza prácticas empresariales de dudoso gusto. Puedes enfadarte y empezar un violento debate tratando de rebatirlo o puedes preguntarte si hay algo de verdad en eso y tratar de conseguir una visión más crítica de las cosas.


El otro día me dijeron que me estaba enrocando en una historia. Oye no, no me enroco, claro que entiendo lo que me dices, simplemente no estoy de acuerdo y tampoco pasa nada. A veces parece que medimos las conversaciones en términos de victoria o derrota. Y dado que es difícil hacer cambiar a alguien de opinión la única manera de derrotarle es por agotamiento. ¿De verdad eso vale para algo?


Pero sobre todo, lo más importante ¿qué problema hay porque una persona a cientos de KM de ti piense diferente? A veces cuando leo según qué cosas me pregunto si la persona que lo escribe de verdad se estará llevando el mal rato que parece que se está llevando.


Alguna vez hemos recibido algún comentario en el podcast diciendo lo mucho que le habíamos decepcionado y que cómo podíamos decir esas cosas. En alguna de estas ocasiones he sentido que la otra persona realmente estaba indignada porque habíamos hecho tal o cual broma y se había molestado en escribirnos airadamente para dejárnoslo claro. Lo primero, acepto la crítica, pero lo que no veo claro es que alguien se lleve un disgusto por escuchar un podcast, ¡pero si en 2020 te regalan un podcast nuevo con las matutano!


No hace falta escanear twitter cada día afeando a la gente que pone mal el juego que a ti te encanta. ¿Voy yo persiguiendo a los que ponen bien el Pauper’s Ladder? Un poquito sólo, pero la diferencia es que no me enfado.